¿TENEMOS LA VISION ADECUADA DE LA REALIDAD QUE NOS PERMITA ASUMIR NUESTRA RESPONSABILIDAD CIUDADANA CON EFECTIVIDAD?



¿TENEMOS LA VISION ADECUADA DE LA REALIDAD QUE NOS PERMITA ASUMIR NUESTRA RESPONSABILIDAD CIUDADANA CON EFECTIVIDAD?
16 julio 2011



“Carta de Juan Lafarga, S.J. a Javier Sicilia, la visión equivocada”

 Está circulando en la internet una carta que escribió el sacerdote jesuita Juan Lafarga a Javier Sicilia el pasado mes de junio. No sabía si era un documento público, de hecho no he encontrado dónde lo publicó, si es que lo hizo, pero ya lo he recibido por varios conductos, de manera que puedo suponer que puedo utilizarlo libremente. Me interesó mucho su contenido porque me permite ilustrar, creo que con gran claridad, un punto que no es fácil de asimilar pero que en mi opinión resulta de la mayor trascendencia.

Si no has leído esta carta, la transcribo a continuación. Por favor léela primero porque no pretendo influir negativamente sobre tu forma de percibirla. Al final pongo mis comentarios, y ya verás si coincides conmigo.


Carta de Juan Lafarga, S.J. a Javier Sicilia
Junio 2011

Durante 70 años hubieron arreglos con impunidad entre los gobiernos del país, los narcotraficantes y los delincuentes.


Calderón decide cumplir la ley y proteger a la sociedad. Estalla la violencia y perecen víctimas inocentes.


Javier increpa a Calderón como si fuera el único culpable y le exige pedir perdón. Javier ¿Por qué no exiges a los delincuentes que pidan perdón a las víctimas? ¿Por qué no exiges a los gobiernos corruptos pedir perdón a las víctimas? ¿Por qué no pides perdón tú y pedimos perdón todos los mexicanos por haber tolerado la connivencia entre delincuentes, narcotraficantes y todos los niveles de gobierno durante tantos años?

Calderón está tratando de hacer lo que un jefe de gobierno responsable debía de hacer: proteger a la sociedad civil contra la delincuencia y el narcotráfico con los medios a su alcance. Ahora resulta, que es el único culpable de la violencia desatada, como si el jefe de bomberos fuera el responsable del incendio.


Javier, una última pregunta ¿Por qué en lugar de formar alianzas con Calderón y todos los que luchamos desde nuestra trinchera por una paz digna, usas violencia verbal contra él, haciéndolo responsable único de lo que tú y yo y todos los mexicanos somos culpables?



Desconozco quién es Juan Lafarga (abajo incluyo una semblanza biográfica que me llegó en uno de los envíos de su carta)* pero no es a él como persona a quien pretendo analizar, de hecho le ofrezco una disculpa por utilizarlo como ilustración sin conocer el resto de su pensamiento, sino específicamente el trasfondo y el sentido que en esta ocasión da a su carta a Javier Sicilia. Supongo que como buen jesuita (los conozco bien porque estudié con ellos), además de ser una persona muy preparada académica y científicamente, su sensibilidad social debe ser alta y además debe tener influencia sobre importantes sectores de población. Por estas simples características que intuyo, me preocupa sobremanera que alguien como él haga este tipo de aseveraciones. Y me preocupa no porque me fije en él particularmente, sino en la gran cantidad de mexicanos que, como muchos de nosotros, con preparación y sentido social, mantenemos este tipo de actitud, no por maldad ni desinterés, sino por falta de reflexión y asimilación de lo que verdaderamente sucede en nuestro país y, consecuente con ello, por no asumir compromisos sociales.

Si nos fijamos en el razonamiento del Padre Lafarga, para él Calderón es un ciudadano más de la República, no lo considera como el Presidente de la República, o no sabe qué es o debe ser un presidente, en nuestro caso un jefe de estado y de gobierno. Afirma que Calderón cumple la ley y protege a la sociedad y que está tratando de hacer lo que está a su alcance, y por ello lo califica como un jefe de gobierno responsable, pero no se pregunta si como Presidente de la República, si como Jefe de Estado y de Gobierno –no como ciudadano- lo está haciendo correctamente con resultados positivos, que es su responsabilidad y para la que la sociedad lo eligió. Entiende, como lo hacemos todos, que el jefe de bomberos no es el responsable del incendio, pero no parece comprender que sí lo es de apagarlo. Pide a Javier Sicilia que por qué no exige a los gobiernos corruptos pedir perdón a las víctimas, pero el Padre Lafarga no parece darse cuenta de que el gobierno de Calderón es corrupto, igual que los que le antecedieron. En el fondo, Javier Sicilia no exige a Calderón que pida perdón por lo que está haciendo sino por cómo lo está haciendo. Calderón no podrá ganar la guerra a los narcotraficantes mientras mantenga un gobierno corrupto, porque el enemigo es indefinido, difuso.

Sí tiene razón el Padre Lafarga en manifestar que los mexicanos somos culpables al haber tolerado la “connivencia entre delincuentes, narcotraficantes y todos los niveles de gobierno durante tantos años”. Pero a quién tenemos que pedir perdón por esto; ¿a nuestros muertos? ¿Para qué? ¿Para quedar bien con nuestros muertos? Por supuesto que no, tenemos que asumir nuestra realidad ahora, el pasado ya pasó, y por tanto exigir a nuestros gobernantes actuales, de todos los niveles e instancias, a que cumplan cabalmente sus responsabilidades. No podemos mantenernos en la tolerancia simplista y darnos por bien servidos simplemente porque “están cumpliendo la ley y protegiendo a la sociedad”.

En otras palabras, el Padre Lafarga refleja claramente lo que no hemos tenido los mexicanos, el deseo, la voluntad, el interés y el coraje de exigir a las autoridades que cumplan sus obligaciones. Hemos sido tolerantes, incrédulos, conformistas, apáticos y todo esto lo demostramos todos los días al juzgar a nuestras autoridades como lo hace él: aceptando de parte de quienes nos gobiernan su incapacidad e ineficacia y sus componendas carentes de toda ética para llegar y para mantenerse en el poder; aceptando que vivimos una democracia sólo porque votamos sin considerar todas las trampas, farsas y maquinaciones que se hacen durante el proceso de las campañas, incluyendo la forma como muchísimos votos son coaccionados enfrente de nuestras narices sin que las autoridades electorales sean capaces de identificar los delitos ni mucho menos de sancionarlos; aceptando con complacencia cómo partidos políticos y grupos de poder se disputan éste sin ningún recato ético y aún así votamos por ellos; aceptando que legisladores negocien las leyes y sus contenidos a cambio de beneficios políticos o prebendas de poderosos; aceptando el escandaloso dispendio de recursos públicos que se pierden y no se aprovechan en actividades efectivamente productivas que permitan el mejoramiento educativo, laboral, económico y personal de la población de manera equitativa; etc., etc., y a fin de cuentas dejando todas nuestras quejas para simples pláticas de café pero actuando en la cotidianeidad contrariamente a ellas.

La comodidad, la pereza, la indolencia, nos han vencido. Mientras actuemos así como ciudadanos, poco o nada lograremos para corregir todos nuestros graves problemas. La pregunta más recurrente que me han hecho quienes tienen la amabilidad de comentar mis escritos, es; ¿qué podemos hacer? Mi respuesta más sencilla pero contundente es: en México –y en el mundo- necesitamos un verdadero cambio social, pero para lograrlo tenemos que curar primero la miopía de nuestra propia conciencia y después actuar en consecuencia.

____________________________
*Juan Lafarga
Fundador de la Asociación de Desarrollo Humano de México, del Instituto Mexicano de Investigación en Desarrollo Humano y de la Revista Prometeo. Premio Nacional de Psicología por el ACP y CENEIP. Doctor en Psicología Clínica por la Universidad Loyola de Chicago. Actualmente es Profesor Emérito de la Universidad Iberoamericana. Profesor e investigador de los departamentos de Psicología y Desarrollo Humano de la misma universidad y fue miembro de la Junta de Gobierno de la Universidad de San Francisco en California.




¡¡¡CRUZADA NACIONAL ANTICRIMEN Y ANTINARCO EN MEXICO!!!

29 junio 2011


Mucho se comenta de que la estrategia seguida por el gobierno del Presidente Calderón contra el narcotráfico y el crimen organizado ha sido fallida. El hecho evidente es que no ha dado los resultados que esperábamos los ciudadanos. A pesar de numerosas detenciones y muertes de capos y de cantidades significativas de droga confiscada, la elevadísima cantidad de muertos, las condiciones en que se realizan y se exhiben los asesinatos y las innumerables poblaciones que viven amenazadas por el terror de la violencia muestran una realidad muy preocupante, por más que se quiera relativizar el problema difuminándolo dentro de los grandes números o grandes totales. Yo no voy de acuerdo ni con el recrudecimiento de la lucha militar ni con la negociación con los criminales; tampoco creo en la legalización de la droga, máxime si no se les ve como sólo partes de una solución integral. Ninguna de estas acciones elimina el problema, por el contrario, quizá hasta podría empeorarlo, como se ha visto hasta la fecha con la intervención de las fuerzas armadas. Hemos visto casi todo en esta lucha menos una solución completa e intensa. Se requiere una estrategia integral, no sólo una guerra contra criminales narcotraficantes. Creo que nadie pide al Gobierno Federal que se retire sino que de a la lucha un sentido diferente. La guerra frontal contra la delincuencia organizada está perdida de antemano, simplemente porque el enemigo no está a la vista, se encuentra inoculado en el tejido institucional del país, el fenómeno ya produjo metástasis.





Se requiere una verdadera cruzada nacional que abarque todos los frentes de la lucha contra el consumo, la producción y la comercialización de drogas, contra la corrupción, la extorsión, el secuestro y la tortura y que al mismo tiempo ofrezca condiciones de educación, económicas y de seguridad. Se requiere una política de Estado. Se requiere una reconquista de valores a nivel de toda la sociedad. Siento que se ha estado perdiendo el tiempo para la instrumentación de una estrategia verdaderamente comprehensiva que incluya a instituciones de gobierno de todos los niveles y a la sociedad civil en todas sus instancias, y que contemple, entre otras, las siguientes acciones de manera contundente y simultánea. Yo solamente destaco algunos elementos:




1. La sustitución paulatina pero constante y creciente de las fuerzas militares por fuerzas policíacas especialmente entrenadas para atacar a este tipo de delincuentes y sobre todo que estén blindadas contra la corrupción. Requiere de metas, procedimientos, un calendario y obviamente recursos, pero también exige que se tenga claridad en qué se va a hacer con los elementos policiales corrompidos.




2. Una lucha frontal contra la corrupción en todos los niveles, formas y escenarios. No simplemente declaraciones, sino una verdadera campaña en la que los líderes son los que ponen el ejemplo. Será la única forma de recuperar cabalmente a las instituciones. Aquí también es primordial el tratamiento que se dará a los elementos corrompidos.




3. El desarrollo de una campaña nacional intensa y permanente por todos los medios en contra del consumo de drogas, reforzada en el seno familiar, sin descuidar el debido tratamiento a las personas enfermas, narcodependientes. En el ámbito del Sector Público, toda la publicidad mediocre de tipo comercial que hacen las entidades públicas debe ser sustituida por mensajes alineados a esta campaña.




4. El reforzamiento de los valores básicos en todos los ciclos escolares de la enseñanza: respeto a la vida, respeto al derecho ajeno, honestidad, honradez, responsabilidad, ética profesional, rechazo a las drogas, etc., incorporándolos explícitamente en los planes de estudio, programas de trabajo, libros de texto, capacitación de los maestros y profesores, etc.




5. La eliminación en la medida de lo posible de todos los elementos de violencia en televisión, cine, revistas, juegos electrónicos, internet, etc. Si la “libertad de expresión” impidiera avanzar en este sentido, el repudio social basado en las campañas y en la educación lo deberá lograr.




6. La elevación significativa de las penas por delitos relacionados con el narcotráfico y el crimen organizado y sus ramificaciones en todo lo vinculado con la explotación sexual de menores, la prostitución, el maltrato a migrantes y todos aquellos crímenes deleznables que atentan contra la integridad física y moral del ser humano, así como la intensificación de las mismas para los servidores públicos que incurran en ellos, los propicien o los solapen en cualquier forma. Sólo en este caso, yo estaría de acuerdo en que se considerara, en forma temporal, la imposición de la pena capital para los casos de indudable culpabilidad en estas materias.




7. La expansión e intensificación de los programas contra las adicciones haciéndolos más eficientes.





8. La promoción entre toda la población, pero particularmente entre los niños y jóvenes, de lecturas, así como programas televisivos, obras de teatro, películas, etc., de contenidos altamente estimulantes y promotores de valores sociales y nacionales.





9. El ejercicio de una creciente presión ciudadana y gubernamental hacia Estados Unidos por su condición de demandante de drogas y de proveedor de armamento, así como hacia otros países en la medida de su responsabilidad.




10. En el contexto general y evaluando acuciosamente sus posibles implicaciones en todas las ramificaciones de la cruzada, considerar la legalización de la droga pero sólo como medida temporal.





Por supuesto este listado no es exhaustivo. Además, todos los enunciados llevan un etcétera, porque son esencialmente eso, enunciados, cada uno constituye todo un asunto en sí mismo y debe ser trabajado y ampliado en toda su extensión posible y estableciendo las vinculaciones necesarias con todos los componentes de la cruzada. Y no estoy hablando sólo de cambios o ajustes en las políticas y estrategias, sino de una verdadera cruzada nacional que abarque todos los campos y nos involucre a todos los ciudadanos.





Nada se logrará si no se hace de una manera coordinada, continua e intensa hasta sus últimas consecuencias, y en un contexto de progreso económico efectivo que abra más y mejores oportunidades de empleo así como acompañada de un saneamiento efectivo y completo del sistema judicial del país. Cualquier elemento que falte o falle hará fracasar la estrategia completa.





Desconozco cuánto tiempo lleven estas medidas organizadas en un plan integral para dar resultados positivos, pero es un hecho que lo importante es empezar a revertir la tendencia y seguramente se alcanzará el momento en que se rompa la inercia y se cree un círculo virtuoso que permita obtener resultados más rápidos y más positivos, mucho depende de la integralidad y de la intensidad de la estrategia, así como de su manejo inteligente y honesto.





La sociedad civil tiene mucha responsabilidad en este proceso pero es el gobierno, que es la autoridad que los ciudadanos elegimos para dirigir a la nación y a la sociedad hacia el logro de sus metas comunes, el que debe promover la configuración de la estrategia y de convertirla en una cruzada nacional, llevándola a la práctica en todas las instancias y poniéndose como ejemplo él mismo. Estamos en sus manos y de ahí la importancia de asegurar que las autoridades verdaderamente respondan a los intereses sociales y no a los personales, de partido o de grupos, y estoy suponiendo que no existen ataduras, compromisos o componendas de quienes deben tomar decisiones en las distintas esferas de gobierno. Estamos en una condición de verdadera emergencia nacional. Actuemos todos antes de que nos arrepintamos.