SE REPITE LA HISTORIA "FORO VS. FORO"



23 marzo 2006

Se acaba de celebrar el IV Foro Mundial del Agua y casi en paralelo se desarrolló una serie de eventos alternativos, unos como válvula de escape y otros en franca oposición al evento magno, con posiciones ideológicas aparentemente irreconciliables. Sin embargo, ahí están, uno y otros planteando lo suyo: diálogo de sordos, sin vinculación real, sin entendimientos recíprocos, sin acuerdos posibles.

Hace unas semanas escribí en este espacio sobre la incongruencia de celebrar simultáneamente el Foro Económico Mundial (en Davos, Suiza) y el Foro Social Mundial (en Caracas, Venezuela), como si se tratara de eventos sin conexión alguna. Ahora se repite la historia, el IV Foro Mundial del Agua, del que también se dice que es un club de ricos, reunió a alrededor de 10,000 asistentes, 300 organizaciones de más de 130 países, 74 ministros y 2 viceministros (cifras sin confirmar). Según datos de la Comisión Nacional del Agua, 21 por ciento de la participación correspondió a la sociedad civil, 49 por ciento a asociaciones profesionales, académicas e intergubernamentales, 27 por ciento a gobiernos locales y 3 por ciento a empresas privadas. Hubo una exposición, una feria, una reunión ministerial, más de 200 sesiones temáticas, 7 días de eventos y 3 años de preparación, y es el cuarto evento mundial de este tipo en un plazo de 9 años. Foros alternos, por llamarlos de alguna manera y sin ningún sentido peyorativo, hubo varios, entre otros: el Foro Internacional por la Defensa del Agua, el Encuentro Internacional de Experiencias por el Agua, el Tribunal Latinoamericano del Agua, un encuentro parlamentario y una marcha. Carecemos de datos respecto a la asistencia y aunque hay evidencias de que fueron concurridos, no alcanzaron las magnitudes del Foro Mundial. El primero tuvo un costo de 600 dólares de EU para los participantes y los segundos fueron sin costo.

No deja de llamar la atención el hecho de que el Foro Mundial del Agua sea convocado por una organización no gubernamental, el Consejo Mundial del Agua, que ha logrado aglutinar a: gobiernos; asociaciones profesionales, académicas e intergubernamentales, y empresas. Naciones Unidas, que es la organización intergubernamental por excelencia, con 24 de sus agencias atendiendo el tema del agua, sería la convocante natural, sin embargo sólo participa como uno más de los miembros de este Consejo. Los foros alternos, por su parte, son convocados por las organizaciones de la sociedad civil que de alguna manera no han encontrado cabida dentro de la estructura y operación del Consejo Mundial del Agua.

¿Qué se discute en el Foro Mundial y por qué es atacado fuertemente por organizaciones de la sociedad civil? Necesitaría tiempo y más espacio para analizar a fondo los contenidos del Foro. Baste decir que en éste se tratan todos los temas de la agenda del agua. Por ello, no es exacto afirmar que en el Foro Mundial no se tocan temas candentes o controvertidos y que no se hacen críticas. Ambos aspectos están presentes en muchos de sus actos, pero es tal la magnitud del evento y la naturaleza de su estructura operativa, que en los hechos se vuelve también un diálogo de sordos y se convierte en un evento de lucimiento, donde la mayoría de quienes intervienen se dedican a lucir sus logros, sin que haya oportunidad de verificarlos y mucho menos de evaluarlos. Los planteamientos serios que hay, particularmente en temas delicados como la privatización, el agua como derecho humano, la protección ambiental y el empoderamiento, no se reflejan en compromisos reales que puedan afectar a alguno de los asociados importantes. Esto es lo que pelea la sociedad civil comprometida con estos principios. Por eso los foros alternos también tratan toda la temática relativa al agua, pero en un contexto de denuncia, queja, protesta o exigencia.

¿Y qué encontramos como resultados? No podríamos decir que no hay resultados positivos en el Foro Mundial, pero parecerían ser un tanto limitados: contactos, información, ideas interesantes para investigaciones o negocios, etc. Pero en lo sustancial, en lo que resolvería de manera efectiva los conflictos sociales por demandas insatisfechas; lo que contribuiría estructuralmente a la conservación del medio ambiente, o lo que significaría una participación efectiva de la sociedad civil en las decisiones, prácticamente nada. ¿Qué hacer entonces? No tengo que repetir la importancia del agua en todos sus ámbitos, todos la conocemos. El riesgo del agua es lo que sucede con muchos bienes en un mundo de inequidad: se polariza entre quienes tienen acceso a ella en abundancia y le sacan provecho y los que carecen del vital líquido e incluso fallecen por su escasez o su contaminación. El agua disponible podría ser suficiente para la población mundial, pero lograrlo exige un esfuerzo de racionalidad en todas sus fases y ello requiere necesariamente un ordenamiento que permita aprovechar y distribuir el recurso de manera equitativa. No es un asunto de fuerzas de mercado, no debe ser tampoco una cuestión de asignación dictatorial. No se trata de una negociación sino de una conciliación. Es materia de equidad social, de un derecho humano fundamental que, a pesar de que ha sido reconocido por una mayoría de gobiernos que han ratificado una resolución del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, no lo han puesto en aplicación plena todavía. Ni siquiera en la Declaración Final de los ministros asistentes al Foro se logró que la mención de este principio quedara incorporada, lo cual resulta contradictorio e incomprensible.

¿Qué podemos esperar? ¿Qué podemos exigir? Este ordenamiento así como muchos otros, corresponde a los gobiernos, no a foros como éste. Es por tanto una cuestión de autoridades, de que acaten su papel. Si se cumplieran cabalmente todos los compromisos asumidos en infinidad de eventos multilaterales así como en los anteriores foros, no tendríamos necesidad de desperdiciar esfuerzos y de provocar confrontaciones que sólo producen desunión y no resuelven los asuntos de fondo. ¿Qué esperan los gobiernos para actuar? ¿Qué esperamos nosotros para exigírselo?